Liturgias Dominicales

XXlll Domingo Ordinario, 10 de Septiembre del 2017

Queridos Hermanos(as): En el Evangelio de este XXlll Domingo Ordinario:  «El Evangelio nos  presenta el tema de la corrección fraterna en la comunidad de los creyentes: es decir, cómo debo corregir a otro cristiano cuando hace algo que no está bien.

Pero, ¿quién puede corregir a su hermano en la fe sino aquel que con humildad se deja corregir y ha sido corregido muchas veces él mismo, ya sea por la palabra del Señor, por el consejo y advertencia oportuna —y a veces la reprensión dura— de su padre o madre, de un maestro, de un amigo que lo es de verdad, de un hombre o mujer de Dios?

En verdad, toda corrección incomoda, avergüenza, duele, y cuando hiere la vanidad y soberbia despierta ira, rencor y odio contra la persona que corrige. Algo de eso nos sucede a todos. Ante una corrección solemos reaccionar mal, airadamente, nos defendemos y justificamos como podemos, contraatacamos ofendiendo o desautorizamos a quien nos corrige con estas o semejantes expresiones: “¿y quién te crees tú para criticarme, para decirme a mí lo que tengo que hacer? ¡Mírate a ti mismo! ¿Tú haces esto y lo otro, y te atreves a corregirme? ¡No te metas en mis asuntos!”. Tanto podemos ofendernos que incluso a veces “castigamos” a la persona que ha buscado nuestro bien quitándole el habla. En fin, tan necios e insensatos nos volvemos, por nuestra vanidad herida y por nuestra soberbia, que en contra de toda evidencia pensamos que “el otro se equivoca” y que “toda corrección es una agresión injusta a mi persona”.

Así pues, si quieres acercarte cada día más al ideal de perfección que es el Señor Jesús, no rehuyas la corrección. Acéptala con humildad y sencillez. No tienes por qué enojarte con quien te muestra tus yerros para que puedas enderezar tus pasos por el camino que conduce a la vida. Al contrario, sé agradecido, escucha lo que se te dice, discierne a la luz de la palabra divina aquello que debes cambiar, y pide fuerzas al Señor para cambiar lo que no se ajusta a las enseñanzas divinas. Así te acercarás cada día más al divino Modelo que es el Señor Jesús. Tengan un bendecido Domingo. Mons. Juan M Bustillo.